“Todas las personas mayores fueron niños antes, aunque pocas lo
recuerdan”
El Principito
Podemos
comenzar a leer cuentos a nuestros niños tan pronto nacen, tal y como aseguran
la mayoría de expertos, pese a que otros, como los de la Academia Estadounidense
de Pediatría, recomienden que se haga a partir
de los 6 meses de vida, ya que es a partir de esta edad cuando comienzan a disfrutar de esta actividad.
Sea cual sea la edad del niño, lo más importante es que, el tiempo que dedicamos
a la lectura, sea un momento especial de cariño y cercanía.
Por
todos es sabido que el cerebro infantil se desarrolla en los primeros años de
vida, es por ello que leer a nuestros pequeños les ayudará a su desarrollo
intelectual, estimulando su imaginación y la adquisición del lenguaje, así como
de habilidades comunicativas. Con esto no quiero decir que a partir de mañana
mismo, todas las mamás que leáis esto comencéis a leer a vuestros hijos a todas
horas. El acercamiento a la lectura ha
de ser un momento de placer, beneficioso en la relación madre-hijo y de
diversión compartida.
En
cuanto al tipo de texto, entre los 0
y 5 meses, más o menos, es recomendable que sean rimas sencillas o nanas, algo
dulce que les ayude a dormir y a estar relajados. A partir del sexto o séptimo
ya podríamos comenzar con cuentos sencillos, cuyas características sean algunas de las siguientes:
· Resistentes, ya que es muy
probable que los niños se dediquen a llevárselos a la boca o tirarlos al suelo.
Pueden ser de cartón, de tela o incluso de agua, para poder leerlos en la hora
del baño.
· Colores llamativos que
capten su atención y alguna superficie brillante
· Diferentes texturas
que les permitan diferenciar tramas suaves, rugosas, etc, estimulando así el
área sensorial
Otra
recomendación es que, a la hora de narrar la historia, seamos un poco “cuenta
cuentos”, es decir, no nos limitemos a leer sin más. Dramaticemos, utilicemos diferentes tonos de voz e incluso
gesticulemos, ya que así conseguiremos captar toda la atención de nuestro
oyente. Es importante señalar los objetos y describir las figuras que
aparecen en los libros. Por ejemplo: "Mira qué grande es el jardín. La hierba es verde y hay flores, vamos a contarlas, una, dos...".
En cuanto
al vocabulario, no tengamos miedo de utilizar palabras “difíciles”, esas que
pensamos que no van a entender. Cuanto más vocabulario escuchen desde pequeños,
más serán capaces de retener, comprender y utilizar posteriormente. Utilicemos
muchas onomatopeyas, especialmente cuando el bebé empieza a balbucear, ya que
conseguiremos que nos intente imitar y comience a chapurrear.
Finalmente
os resumo todos los beneficios de
llevar a cabo esta práctica:
·
Mejora la relación entre la persona que cuenta
el cuento y el niño
·
Fomenta el gusto por la lectura y por los
libros
·
Mejora la capacidad de atención
·
Desarrolla las habilidades lingüísticas,
especialmente la comprensión
Espero
que estas pautas os sirvan de ayuda y os animen a crear una rutina diaria de
lectura con vuestros hijos, sobrinos, alumnos o cualquier niño que os rodee.