En los próximos días dedicaré las entradas a los “papás”. Un cuento para cada día, donde ellos son los protagonistas, porque a pesar de que recurramos casi siempre a las madres, sabemos que siempre están ahí.

Días de hijo, escrito e ilustrado por Philip Waechter para la editorial Lóguez, es una historia pensada para padres primerizos.  Con una sensibilidad exquisita, humor e ironía y a través de ilustraciones sencillas y muy gráficas, el autor nos presenta la relación de un padre con su hijo recién nacido.

Está pensado para el adulto, pues el texto es escaso y la historia avanza a través de una secuencia de imágenes cotidianas en las que éste se verá reflejado. A medida que avance, veremos como las emociones que siente no siempre son buenas, pues las hay regulares y también malas, pero todas ellas ligadas a esa fascinación de ser padre por primera vez.

               

                El libro me ha hecho replantearme cómo ha cambiado la figura del padre en los últimos años. Después de leerlo,  pienso en mi padre, en un padre “de los de antes” de esos que nunca me cambió un pañal en mi vida y al que imagino diciendo algo así como “Mª José, ací tens a la xiqueta” ante un “problemón”, a su juicio, de ese calibre. Tampoco lo vislumbro en una clase de natación para bebés, ya que, aunque eso hubiese estado de moda por aquel entonces, dudo que se hubiese metido en la piscina. Eso sí, recuerdo, gracias a él, haberme bañado con mi hermano en una acequia, y es una de esas experiencias súper divertidas que nunca he olvidado.  

En cambio, como el de la historia, mi padre sí que me ha llevado a pasear (más por la huerta que por el asfalto), me ha dejado dormir con él mil veces, por mucho que me moviese y patadas que diera y me ha tenido al brazo entretenida con el que era mi hobbie con pocos años; pasar las hojas de un periódico, revista o libro mientras miraba las fotos y me ha ayudado y cuidado durante toda mi vida.
Per tot açò i molt més, GRÀCIES PARE.